Jerre-Jerre

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Hace unos 25 años en Bogotá, en el sector que hoy es conocido como galerías, existía un almacén por departamentos que constituyó una de las primeras operaciones en Colombia de una compañía estadounidense: Sears. Desde 1953 y de forma muy similar a su contraparte norteamericana, la versión bogotana de este almacén tenía una variedad enorme de mercancía para todos los gustos, desde ropa hasta podadoras de césped. Aunque ha sido imposible probarlo por falta de fuentes cercanas, muy probablemente en los años sesenta Sears también importaba y comercializaba instrumentos musicales, lo que se convierte en una parte importante en la historia de la banda, ya que estamos casi seguros que de allí proviene una de nuestras posesiones más valiosas: Jerre-Jerre.

En Estados Unidos Sears fue un propulsor más bien inconsciente de una gran parte de su historia musical, gracias a su línea de instrumentos de bajo costo, guitarras y bajos eléctricos que estaban al alcance del bolsillo de la clase media de ese país (Fender y Gibson siempre han sido marcas costosas). Entre esa gama de instrumentos se encontraba la línea de productos de una compañía japonesa llamada Teisco (Tokio Electric Instrument and Sound COmpany). Hoy en día suena extraño, pero en las décadas de los sesenta y setenta Japón era considerado una maquila de bajo costo en lo que respecta a electrónica y artículos de consumo. Nombres reconocidos como Ibanez o ESP tuvieron orígenes humildes y las legendarias imitaciones e interpretaciones de instrumentos de Fender, Martin y Gibson hoy en día son instrumentos de coleccionista. Hacia finales de los años sesenta Teisco desarrolló varias líneas de instrumentos con diseño o especificaciones únicas, que además de tener un sonido muy atractivo y un aspecto muy llamativo tenían un rango de precios muy asequible para músicos principiantes, por lo que eran exportados a muchos países. Entre esos instrumentos había una línea de bajos, de donde creemos que proviene Jerre-Jerre, un bajo Teisco EP-200B, más concretamente de 1966.

Ha sido imposible para nosotros trazar la historia de este bajo en Colombia, salvo por algunas partes desconectadas. Cuando Carlos, nuestro baterista lo adquirió a finales de la década de los 90, Jerre-Jerre ya había pasado de largo sus mejores años. Aparentemente, en algún punto de su vida, este bajo perteneció a una orquesta llamada “la gran tribu”. Aunque hemos intentado averiguar más sobre esta agrupación, no hemos encontrado ninguna referencia, lo que nos hace pensar que probablemente era una orquesta dedicada a animar fiestas y reuniones, posiblemente un grupo sin discografía propia. En aquella época, nuestra pasión por hacer música sólo era sobrepasada por nuestra completa ignorancia sobre el manejo y cuidado de un instrumento “vintage”. Jerre-Jerre, que fue bautizado así por su aspecto demacrado y su sonido apagado, fue tratado absolutamente sin ningún tipo de reverencia por nosotros, y era más un instrumento de repuesto, algo que usábamos para probar y cuando no teníamos absolutamente nada “mejor” a la mano. Con los años nos dimos cuenta que cuando usábamos la afinación estándar (GDAE) el sonido era muchísimo mejor, y que tenía unos matices muy particulares, por lo que empezamos a apreciarlo mucho más, hasta llegar a la conclusión que se merecía una restauración. En aquel momento la caja de resonancia estaba bastante deforme por las décadas de uso y abuso y la parte eléctrica prácticamente era inservible.

En 2004 le delegamos la tarea de restaurar a Jerre-Jerre a Luis Camelo, pero nos encontramos con un primer obstáculo. El bajo no tenía el puente original y parte del maltrato recibido correspondía a una pieza metálica que usamos como sustituto. Por más que investigamos, no logramos determinar con exactitud que tipo de puente tenía originalmente y Jerre-Jerre pasó muchos años acumulando polvo en el taller mientras decidíamos cual podía ser el mejor remplazo y como íbamos a adquirirlo. Finalmente, a finales de 2012 y tras un par de viajes a Estados Unidos, logramos encontrar el mejor sustituto en el siglo XXI para un instrumento de más de 40 años: El puente de un “banyo”, elaborado en ébano, con lo que nos asegurábamos, no solo de mejorar la entonación, sino de garantizar que tendría la resistencia suficiente para soportar la tensión de las cuerdas. Tras casi una década sin ser utilizado, Jerre-Jerre volvió a la vida y su sonido y calidad sobrepasaron todas nuestras expectativas. Hoy en día, nuestro bajo es tratado con el respeto y cuidado que se merece y no vemos la hora de plasmar su sonido en estudio, donde va a hacer parte de la música que hemos estado componiendo en los últimos meses. Estamos seguros que les va a encantar su sonido, como nos ha encantado a nosotros.